miércoles, 22 de mayo de 2013

Reinterpretación de "El velorio" de Francísco Oller



Los rituales mortuorios son una de las muestras más representativas de la esencia y personalidad que cada contexto socio-cultural tiene en determinada época. En éste se expone claramente la visión holística que se tiene de ese concepto tan efímero y furtivo que es la vida, y por lo tanto se identifican las creencias y las necesidades de preservación que tiene la sociedad. No es extraño que la muerte sea el tema más recurrente en el arte y todas sus expresiones, las esculturas más grandiosas de la humanidad han surgido por esta necesidad, igualmente la música  y la pintura.

En la historia del arte de Latinoamérica, muy pocos pintores antes del siglo XX tuvieron alguna influencia real sobre los movimientos artísticos que surgían en el mundo, principalmente en Europa. Sin embargo, un pintor sobresale dentro de nuestro continente por su influencia directa sobre el impresionismo dominaba cómo movimiento artístico en su momento y este fue Francisco Oller.

Francisco  Oller nación en Bayamón, Puerto Rico, en 1833. Y fue a los 11 años cuando empezó a mostrar su interés en la pintura. Al muy poco tiempo, su talento floreció por lo que a los 18 años se trasladó a España, específicamente a Madrid, para estudiar en la Real Academia de San Francisco, bajo la tutoría de Federico Madrazo. Para el año de 1859, Oller realizaba exhibiciones junto a pintores como Monet y Renoir.

No es extraño que un pintor quiera retratar en un su obra este momento en que el ser humano como sociedad se enfrenta a la muerte y lo vuelve ritual en un acto comunitario, y Francisco Oller fue uno de estos artistas que quisieron plasmar en una de sus obras, la forma en que la sociedad a la cual hacía parte velaba a un niño. Para entender la obra hay que contextualizar primero un poco acerca de lo que pasaba en esa época en Puerto Rico.

Oller comienza su investigación sobre este ritual en 1890 y expone su obra “El velorio”  en 1893.  El Puerto Rico que Oller conocía en este último año estaba bajo dominación española, es decir, era una colonia de España. La abolición a la esclavitud había ocurrido hacía 20 años (1873). A este punto la población negra aún enfrentaba muchas injusticias.

La costumbre del velorio de angelito es un ritual funerario, dedicado a un niño que ha muerto, generalmente menor de 7 años. Esta práctica está presente en toda España, y se extendió, por toda la América Latina, incluyendo a Puerto Rico, la costumbre se basa en la creencia de que los niños morían sin cometer pecado. Como “angelitos”, la creencia popular es que iban directamente al cielo para interceder por sus parientes y amigos.

Vestían al pequeño difunto de blanco, le ponían un capullo de rosa o clavel en la boca como señal inocencia y lo adornaban con gran cantidad de flores. A veces, le ataban los piecitos y manos con una cinta. Cantaban, juagaban y bailaban alrededor del niño, había comida y bebida. Por la mañana salían a enterrarlo.

La razón por la que escogimos esta obra es porque conserva elementos de la cultura, sociedad, historia, pensamiento y arte de Puerto Rico del siglo XIX, algunos objetos o prácticas no se usan en la actualidad, sirve como documento del pasado, sus elementos presentes hoy en día nos permiten conectarnos con el pasado, su importancia en el ámbito social es que documenta visualmente individuos y comportamientos de la sociedad puertorriqueña del siglo XIX.

En cuanto al artista, también lo elegimos por ciertas razones de peso pues Oller fue probablemente el primer artista puertorriqueño que hace comentario social, fue pionero en traer influencias de movimientos de arte vanguardistas europeos a Puerto Rico y además influyó significativamente a otros artistas que emergieron en las décadas subsiguientes.

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